martes, 30 de agosto de 2011

Construyo una lápida.  Mis pies desnudos desdoblan la tierra, pedazos de sal en mis dedos, el recuerdo de las piedras, de los ríos, de los labios apretados por el intenso frío.


Camino sobre mi propia tumba. Ya no hay danza, ya no hay sol, ya mis oídos escuchan silencio, solo sombras, ya mis párpados carcomen el tiempo, que no existe, que nunca terminó -pues nunca comenzó-, como la madrugada en que nací: “fue niña”, se murmuraba.
Fui niña. En cierta época, en cierto lugar, fui una niña.


Es este asunto de permanecer despierta.
De desear que alguien diga cien veces mi nombre.
Que se abra una puerta. Que de mis ojos broten jazmines y no más lágrimas.
Que la flor del naranjo suavice mis pasos.
Que llegues pronto...



1 comentario:

Oz dijo...

Sensible mucho y bello bello.
Que flores de loto crezcan de tus pisadas.