viernes, 11 de marzo de 2011

Chung Fu / La Verdad Interior

Una grulla que clama en la sombra.
Su pichón le responde.
Tengo una buena copa. Quiero compartirla contigo.
Se trata aquí del influjo involuntario que la naturaleza interior ejerce sobre personas anímicamente afines. No es necesario que la grulla aparezca mostrándose sobre una alta colina. Aun oyendo su llamado desde lo más oculto, el pichón percibe su voz, la reconoce y le da respuesta. Donde reina un ánimo alegre, también aparece un compañero para compartir con uno una copa de vino.

Así se manifiesta el eco que la simpatía despierta en los hombres. Allí donde una disposición anímica, un sentimiento, se anuncia con verdad y pureza, donde un acto es clara expresión de la actitud interior, tales manifestaciones actúan misteriosamente y a distancia, en primer término sobre quienes se hallan interiormente receptivos. Pero tales círculos van ampliándose. La raíz de todo influjo reside en el propio interior. Cuando el interior se expresa con plena verdad y vigor, tanto en las palabras como en los actos, es grande el influjo. Ese influjo es, pues, sólo la imagen refleja de aquello que surge del propio pecho. Así toda intención de ejercer un influjo sólo destruiría ese mismo influjo.





2 comentarios:

Oz dijo...

¡Así es!
Como cuando sintonizas una estación de radio. Del ánimo de tu corazón depende si escucharás música celestial o a los Barrigones del Norte.

El camino se llena de flores dijo...

Es verdad...y por eso trabajo, en todo momento, por purificar mi mente y que de ella surga, un día, una tierra pura para todos los seres sintientes, en donde se pueda escuchar esa hermosa música celestial...Oz, Gracias por estar tan presente...